viernes, 21 de enero de 2011

Juicios sin promesa.

Giro tan rápido que no puedo percibir si caigo, me elevo o sólo estoy dando vueltas sin sentido ni destino aparente. Me ha dolido tanto el corazón que no entiendo qué significa que estés aquí. ¿Sabes?, sólo te veo decidido a levantarme cuando creí que estaba completamente sola.

Llegaste, estuviste ahí. Sumido en penumbras apenas visibles, me miraste con dulzura hasta que me viste caer y entonces no sujetaste más las ganas de estar cerca y saliste un poco de las sombras. Sí, me diste tu mano, yo la tomé y abracé la calidez de tu consuelo.

Ahora que después de tantas veces de intentar, por fin estamos cerca, me doy cuenta por las huellas tristes de tu mirada que también estás herido. Lo siento, lo veo. Tu rostro calla mientras sujetas mi mano. No sé por qué no puedo hablarte directamente. Quizás nos hemos acostumbrado tanto al silencio que ¿cómo dejarlo de lado para mirarnos de frente? No es que no quiera hablar, es que tengo miedo. ¿Tú que dirías?

Muchas veces, al intentar recorrer grandes distancias en poco tiempo me he topado con muchas desilusiones. Es así como estoy aquí: con el corazón destrozado, la razón desganada y el cuerpo miserable de alguien que apenas piensa del mundo. Entonces así, como soy, te miro a ti tan hermoso, tan sincero; cuando peor me siento, tú callas y nos encierras en una sombra que es nuestra, en un mundo en el que solamente nos tenemos a nosotros y a las estrellas. ¿Cómo hacerte entender que sin ti el tedio en el que me he sumido resulta tan profundo y perdido como cualquier inconsciencia sin sueños?

¿Qué pasa? ¿Qué siento? Creo que alguna vez te lo dije, solo quiero que estés cerca. Mi yo impulsivo quiere presionar y obligarte a decirle al mundo que soy yo y nadie más pero ¿cómo lo vas a decir si tampoco estás seguro? Lo que es es, y lo que será, será...

Tenemos que detenernos. Tenemos que decir que algo cambia pero todavía no lo hace por completo. Tenemos que darnos cuenta que ya no podemos vivir sin el otro y a la vez, también hay que decir que es muy pronto decir "ahora", que todavía duele el pasado, que a veces la oscuridad es hermosa, que nos gusta vivir atormentados. Tenemos que reconocer que somos tan retorcidos que nuestras propias ideas terminan cauterizando los golpes para hacerlos cadena.

No, te juro que no voy a callar. Te juro que digo todo esto porque a susurros todavía no logro hacerte entender que acepto quererte como eres, en silencio, en la oscuridad, en las sombras, a ratos, sin condiciones. Quiero que me busques cuando lo necesites, que nos miremos de lejos, que me llames por ese nombre que odio y me dejes enamorarme del tuyo para grabarlo algún día en mis ojos.

Sólo eso. Lo demás, el tiempo lo dirá.

1 comentario:

Anónimo dijo...

leerte siempre es un gusto, quedo enganchada de la lectura, un abrazo saludos.