jueves, 30 de diciembre de 2010

Escape

Tengo que huir

Susana avanzaba rápidamente hacia la puerta, sin mirar el piso de mármol pulido y las ventanas finamente adornadas. Esa casa tan grande y blanca parecía detener el pasar del tiempo.

-Mami, ¿a dónde vamos?

Susana miró la pequeña figura que le hablaba con desconcierto. Esteban, su hijo, se veía bastante asustado. Debería estarlo, pensó Susana, él se encontraba en la habitación cuando abrí el sobre ¿Habrá visto el contenido?

Una voz dentro de ella acalló el torrente de pensamientos que estaba a punto de desatarse. Eso ahora ya no importa, lo importante es salir de aquí. Susana siguió caminando.

Al salir de la elegante e imponente casa, ella sintió que el peso que llevaba encima se iba aligerando, pero no era suficiente.

-¿A dónde va, señora? ¿Quiere que prepare el coche?

-No, Jaime, voy a llevarme el mío. Voy a hacer unas compras y llevaré a Esteban a jugar a casa de Carlos Rivera.

El chofer la miró con desconcierto. Ella nunca salía sola si podía evitar manejar. Susana podía ver la duda en su rostro, sin embargo, ahora no era tiempo de detalles, ya pensaría como arreglar sus mentiras después.

Subió al coche y le arrancó de la mano las llaves a Jaime. Esteban apenas se había subido a la parte de atrás y ella ya estaba acelerando. Las rejas de la mansión se abrieron con delicadeza y el automóvil último modelo se escurrió apenas tuvo espacio para pasar.

-Mami, ¿a dónde vamos?

Susana miró por el retrovisor a Esteban, su carita de apenas seis años todavía no lograba asemejarse a las facciones de su padre; aún así, un esbozo en sus ojos le recordaba claramente el rostro de él. Ella quitó la mirada del retrovisor y suspiró. Él no tiene la culpa de nada.

Llegar a la casa de los Rivera no fue tan difícil, Susana conocía perfectamente el camino. Era una casa un poco más pequeña que la de ella, pero no por eso menos elegante. Ver esa casa le recordó el rostro de su mejor amiga. Al menos Jimena sí supo elegir bien. No eligió al más rico y  a pesar de ello, pudo encontrar a alguien que la amara. Ella no es como yo...

Susana tocó frenéticamente el timbre y vio por el colorido vitral como una sombra se acercaba. Sin mirar atrás, dejó a esa carita que tanto amaba en una casa desconocida. No era momento de arrepentirse por ello, Esteban no podía ver lo que su mamá estaba a punto de hacer.

Antes de partir, ella buscó en sus bolsillos su celular y marcó el número que tanto le había costado evitar durante algún tiempo. Sintió como su corazón aceleraba su ritmo mientras el tono de llamada se escuchaba tan tranquilo, como cualquier sonido mecánico, sin sentimientos, únicamente marcando una función útil. Algo así como yo, pensó.

-¿Bueno?
-Jorge, soy yo.
-¿Susana? ¿Qué te pasa?
-Tenías razón
-¿A qué te refieres?
-A todo, siempre tuviste razón.
-¿Luis?
-Sí, él. Tenías razón, sale con una mujer. Hoy recibí un sobre con fotos de él y ella.  Deberías verla, es una niña. Estaba con Esteban cuando recibí el sobre pero creo que él no se dio cuenta de nada.
-Lamento decir que te lo dije.
-Sí, ya lo sé.
-Y aún así insististe en dejar de verme, dijiste que lo nuestro no estaba bien. Te dije que te quería y no te importó.
-Sí, lo sé.
-¿Ahora? ¿Qué vas a hacer?

Susana miró una vez más a través del retrovisor. Esteban aún seguía en la puerta, esperando a verla marcharse. Su vocecita infantil resonó en su cabeza "Mami, ¿a dónde vamos?". Ella sacudió sus pensamientos y tragó el nudo en la garganta que le impedía respirar, encendió el coche y avanzó lentamente, aún con el teléfono pegado a la oreja, tratando de pensar.

-¿Sue? ¿Sigues ahí?

La voz de él la hizo reaccionar y supo que pasara lo que pasara, ahora solo necesitaba una cosa.

-Quiero verte.
-Pero...
-¿No puedes?
-No, no es eso...
-¿Entonces? ¿Quieres verme o no?
-Sí, quiero verte.
-Te veo en diez minutos en el café de siempre.

Colgó. Sabía que iba a hacer una estupidez pero no le importó. Por primera vez en su vida, iba a hacer algo sin pensar en sus consecuencias. Por primera vez, volvería a sentir la libertad que hace mucho no sentía.

Llegó al lugar más rápido de lo esperado y detuvo el coche en el primer espacio que encontró en la calle. Bajó y buscó su bolsa pero la ausencia de cualquier objeto en los asientos le recordó que había salido precipitadamente. Buscó en sus bolsillos y encontró unas cuantas monedas. Suspiró. Cuando Jorge llegue, él se hará cargo.

Entró a la cafetería con tranquilidad y el ambiente apacible casi borró el por qué de estar ahí.

-¿Gusta ordenar algo, señora?

-Por el momento no, gracias. Estoy esperando a alguien.

Siempre le había gustado ese lugar. Solía ir con Luis, pero había pasado mucho tiempo ya desde eso; después, ése había sido el lugar donde se encontraba con esa persona, con el que sabía que no debía pero que quería estar. Sí, él, Jorge, el que desde siempre se había preocupado por ella, el que siempre le había demostrado cuanto la amaba, aún después de que se casara.

Si tan solo hubiera…

Una sucesión de imágenes pasaron por su cabeza: los momentos felices con Luis y después los momentos amargos, las peleas, los gritos, los silencios incómodos, el llanto del pequeño Esteban que escuchaba detrás de la puerta…

Entonces pensó en Jorge otra vez: en el color de su piel desnuda en contraste con las sábanas de hotel, la fuerza de sus brazos, el sabor de sus labios cuando la besaba frenéticamente, el latido de su corazón cuando dormía a su lado, la sensación que le provocaba mirarlo cuando tenía un orgasmo… Pensando en él, solo podía recordar momentos felices ¿Por qué no podía ser igual con Luis? Susana miró por la ventana de la cafetería.

Siempre es demasiado tarde.

Su teléfono celular sonó impaciente, haciendo vibrar su bolsillo. Antes de observar el identificador, pensó que sería Luis. Imaginó que quizás él había sentido como ella se alejaba  e intentaría evitarlo. La inicial “J” le desmintió todo. ¿Por qué la realidad golpeaba tan fuerte?

-¿Bueno?
-Soy yo.
-¿Qué pasa?
-Perdóname.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-No puedo ir contigo, no otra vez, no de nuevo sabiendo que en cuanto te sientas mejor te irás.
-Pero…
-Escúchame. Sé que dije que te amaba y aún sigo sintiendo lo mismo, pero tú no puedes estar conmigo. Debí resignarme el día en el que lo elegiste a él y no lo hice, quise tenerte aunque sabía desde hace mucho que te había perdido. Perdón pero…
-¿Bueno? ¿Bueno?

Susana miró desesperada la pantalla de su móvil, la batería parecía haberse terminado justo en el peor momento. Maldito cacharro, ni tú pareces estar de mi lado.

-Señora, ¿gusta que tome su orden?

"Mami, ¿a dónde vamos?"

Un dolor de cabeza acalló cualquier tipo de pensamiento. Una migraña no, no ahora.

-No, gracias. Ella se forzó a sonreír con todas sus fuerzas. –Al parecer, la persona que esperaba está en otro lado. Disculpe.

"Mami, ¿a dónde vamos?"

Susana caminó lo más rápido que pudo fuera del café. La frustración, el enojo, la tristeza y todo aquello que había estado guardando, estalló en su pecho e incrementó con una potencia demoledora cada rincón de su consciente. Apenas podía caminar.

Tengo que salir de aquí, tengo que huir.

Corrió desesperadamente a su automóvil e introdujo la llave con el afán de escapar lo más rápido posible, sin embargo, el coche no encendió. Miró el indicador de la gasolina y recordó que Luis había ordenado que solo cada cierto tiempo se llenara el tanque del coche “Nunca lo usas, casi siempre te lleva Jaime”. Bueno, ahora no estaba Jaime, ahora no había nadie en que pudiera confiar; todos y todo la habían abandonado al mismo tiempo. La fractura de su cómoda burbuja de cristal era tan dolorosa que apenas soportaba pensar; sentía que dentro de poco la cabeza iba a volarle la razón. Aún así tengo que pensar que voy a hacer, tengo que salir de aquí, tengo que salir de aquí...

Miró a su alrededor. ¿Tomar un taxi? ¿Quién lo pagaría? ¿Quién le ayudaría después? ¿Volvería? No, no ahora. ¿Ir a casa de Jimena por Esteban? No, primero tenía que quitarse ese maldito dolor de cabeza.

Como un estandarte brillante, una señal del metro se dibujó a corta distancia. Sí, eso. Pero ¿metro? ¿ella? ¿ahí? Miró su ropa elegante y sus joyas y supo que no sobreviviría ni un minuto. Se quitó los aretes, el collar, su sortija y su argolla. Se quitó la fina chaqueta de cuero y la arrojó detrás. Cerró el coche aunque ya no le importaba si algo le pasaba. “Que se lo lleven, yo ya no quiero nada”

Caminó hacia la entrada del metro y la luz artificial, menos brillante que la del sol, tranquilizó un poco las punzadas en sus sienes. El olor a sudor y polvo inundó su nariz, incomodándola. Quería salir de ahí lo antes posible, pero por ahora era la única salida. Ya no puedo depender de nadie.

Esperó y cuando el gusano naranja se detuvo, entró al vagón y se sentó en el primer asiento vacío que encontró. Cerró los ojos.

Ni te quejes. El pasado ahora quiere volver. Que no se te olvide de dónde vienes, que no se te olvide que aunque ahora eres la señora Palacios, alguna vez fuiste solo Susana López.







Este relato forma parte de una serie llamada "Siguiente estación". En orden de aparición, estas son las otras estaciones ("Escape" es la cuarta):


sábado, 25 de diciembre de 2010

Rugidos de nieve.

La pregunta que más odio en estas fechas es cuando tengo que decir si me gusta celebrar la navidad o no. Mi respuesta siempre es  "no sé".

¿Sabes? celebrar cosas en las que que apenas pienso nunca ha sido mi fuerte. Tengo problemas con las medidas del tiempo, solo sé que hace frío o calor, que a veces tengo tiempo o no, lo único que sé de la navidad es que se matan muchos árboles y se les devuelve la vida con luces artificiales.

Aún así, también sé que una navidad yo quise tenerlo todo.

Quise tenerte a ti, quise tener amigos, quise olvidarme un poco del mundo que me atormenta y creer verdaderamente que los obsequios comprados a última hora pueden transmitir algo más que deseos.

Quise, tuve y perdí.

Es tan fácil meterse en una cara blanca con luces, es tan fácil creer que la nieve es tibia, que la felicidad viene envuelta en papeles brillosos, es tan sencillo creer que todo está bien...

Lo sé, lo admito, me sobrecogí con todo un efímero plástico y pensé: ¿qué tiene de malo? Por ahora soy feliz.

Cegarse de los problemas, del tiempo fallido, de los errores, de los gritos...

Adorné nuestra casa con estrellas doradas y espumillón de colores, compré esferas y un bello árbol blanco. Me vestí de rojo y aguardé...

Ya no apareciste. Siempre puede más meses de rencor que un día artificial para disculparse.

Si quise hablar, solo pude susurrarle a tu regalo. Si quise pedir perdón, lo guardé en la caja de adornos para que no volviera a salir.

La pregunta que más odio en estas fechas es cuando tengo que decir si me gusta celebrar la navidad o no. Mi respuesta siempre es  "no sé", porque una navidad, tu regalo fue alejarte de mí.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Diciembre

This old house

Al menos quisiera perder algún instante en la instrascendencia, en cualquier banalidad, poder decir que mi vida a ratos pierde el sentido y puedo dejar de pensar en ti.

Sería ideal que esta vieja casa dejara de encerrar lo que fuimos durante un tiempo, tiempo que dejó de medirse en días y terminó siendo ratos de eternidad.

Ojalá...quizás...

Pero esta casa sigue siendo tan tuya, ha dejado de ser los meses que llevó pensando en la soledad. Diciembre vuelve a suceder y la ventana mira con melancolía los recuerdos de la nada.

Yo prefiero ya no mirar...

Ya ni siquiera las nubes acompañan mi melancolía, el sol brilla y al final las lágrimas dejan de brotar, el alma se seca  y el tiempo sigue pasando

Yo prefiero no sentir...

Los sueños se elevan a paraísos lejanos y llueve en mi mente un eco de minutos y días que perdieron el ritmo de las sonrisas.

Yo prefiero no recordar
Yo prefiero no oír...
Ya prefiero ya no pensar
Yo ya no quiero más...

(IV)

A diario intentamos buscar una persona especial con quien compartir nuestros días, con quien sonreír, quien nos de apoyo y cariño, alguien que pueda estar contigo "contra el mundo".

"Tú y yo contra el mundo"

Fueron muchas las veces en las que entregué mi corazón y con los dedos cruzados me decía "ahora sí"

Pero no fue ni "ahora" ni fue "sí".

Otra vez estoy sola y soy yo contra mi misma, soy yo contra el mundo.

Amo personas pero no he encontrado a alguien que en realidad me quiera y pueda decir que solo soy de él y que él es solo mío.

Es cansado intentarlo, ver como funciona a ratos y al final termina por estancarse y morir. Es duro ver que cuando crees que encuentras a alguien, por mucho que ambos lo intenten y se esfuercen, siempre surge algo o alguien más y las cosas se dejan; en este caso, no sé si eso sería dejarlo "en paz", pero al menos se asume que no es posible acceder a una conexión más "profunda"

Cuando yo entendí eso, sentí que mi mundo se desmoronaba, la soledad se abalanzó sobre mí y yo me protegí de ella, fingí que no me importaba. Cuando por fin me fundí en mi papel de insensible, el sexo y las provocaciones cobraron un lugar exquisito en mi vida.

Entonces lo conocí a él. Él se sintió atraído por mí por mi manera tan ligera de llevar la vida y el como prefería mil veces entrar en un mundo desconocido de piel y deseo antes de cualquier cosa seria. Me seducía, nos coqueteábamos... dejamos nuestros cuerpos y nuestras ideas volar hasta el punto que me sentí unida a él en muchos aspectos. No me había dado cuenta pero él, a través de mi coraza, había abrazado cada aspecto de mis máscaras y mis mentiras para lograr encontrara esa persona sensible,obsesiva, apasionada, tierna y emocionalmente inestable que alguna ve fui y que en realidad soy. Me di cuenta de eso pero no tuve miedo, seguí adelante y también busqué quererlo con toda y cada una de sus facetas para poder hacer algo por él así como el había logrado sacarme de mí.

Y una vez más me encontré sola.

Sí, él reparó mi corazón y se lo llevó con él un rato, después me lo devolvió en un paquete enviado por mensajería y con un "gracias por todo", me dejó mirando el vacío. Pensé que moriría otra vez y me encerraría una vez más en un escudo del que quizás no saldría, sin embargo, sorprendentemente ya no pude y me volví a enamorar, no tan intensamente como en veces anteriores, pero al menos seguía sintiendo esa sensación en el pecho que era como un vacío pero al mismo tiempo era cálido... quise y por azares del destino, mi nuevo él ya tenía una "ella".

Ha vuelto a pasar esto tantas veces que ya perdí la cuenta. Buscar a esa persona es demasiado cansado y al final, por mucho esfuerzo que pongas en ello, termina por no suceder.

¿Entonces? ¿Qué propósito tiene hacerlo? Pienso que significa participar en la búsqueda y espera de la vida: Es una búsqueda porque a lo largo del tiempo nos formulamos sueños, ideales, metas y deseos por los que el caos llamado mundo se ordena y espera porque aunque hagamos hasta lo imposible por hacer algo, al final nos queda únicamente ver si resulta. En realidad la vida es la continua espera de la muerte pero aún cuando sabemos que inevitablemente todo terminará ahí, podemos fingir no pensar en ello y continuar andando como si hubiera un mañana mejor, o algo así.

Amor podría ser vida, pero no lo es. Uno elije amar o morir, vivir o amar, vivir y amar, vivir amando, amar y vivir...

Yo elijo mejor ya no pensar más en ello, por ahora.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Yo.

Voy a dejar que mi corazón arda solo porque tú tienes los cerillos. Voy a quemarme y a consumirme solo porque es contigo.Voy a golpear mi corazón contra la pared porque quizás tu escucharás del otro lado del muro.Voy a esperar porque cuando menos lo quiero, apareces y me dices que me amas.Voy y no iré, regresaré y me quedaré esperando. Voy a existir y a morir.

Terminaré por arrancarle los últimos pétalos a una flor que alguna vez me regalaste. Terminaré coleccionando nuestros recuerdos en una caja vieja de zapatos. Voy a cantarte nuestra canción y diré "No me mires con esos ojos". Terminaré y espero que volvamos a comenzar. Terminaré gritando un párrafo a la nada. Terminaré un "nosotros" con puntos suspensivos. Terminaré enamorándome de ti otra vez.

Seré de nadie y seré de tu piel. Seré que no fui y quizás seré lo que soy. Seré porque existir todavía es posible cuando apareces. Seré la noche que alumbre todos tus pasados. Seré error. Seré eclipse y solsticio. Seré el beso que te despierte cada mañana. Seré tuya.

Te quiero, te cielo, te sol, te cobijo, te estrella, te humo, te nada y te todo. Te invierno, te azul, te flor y te recuerdo. Te observo, te anhelo, te extraño, te vivo y te amo.

Voy a dejar que mi bote navegue solo porque tú eres el mar. Voy a congelar mis labios solo porque tu eres el frío. Voy a torturar a mi mente contra los recuerdos solo porque tú eres el pensamiento. No voy a renunciar aunque ya no quieras suceder conmigo. Voy a decirte que aquí terminaré, esperando a que un día el te quiero muera en tus labios y decidas callar en mi boca. Voy a esperar porque cuando menos lo quiero, apareces y me dices que me amas.Voy y no iré, regresaré y me quedaré esperando. Voy a existir y a morir.

Lamento de luz


Ya no ilumina
el sol de luz naciente.
La noche llora.


Entre la oscuridad que mora en los tejados e inunda de sombras las hojas, una luz brilla intensamente. Esta luz brilla con gran intensidad, pero transmite un aura de profunda tristeza. Entonces la luz cobra forma, es una bella mujer de tez clara y hermosos cabellos largos y oscuros. La luz es ahora una mujer pálida ataviada con un hermoso kimono de flores, cuya tela se esparce alrededor de ella cuando cae y rompe en llanto. Ella es la luna, es la luz amante del sol que logra filtrarse en las sombrías noches para seguir iluminando el sendero de la vida. La luna es bella pero llora, llora porque se ha ido su tierno amante sol antes de tiempo y porque ha sido arrojada a la tierra antes de que siquiera pudiese peinar sus cabellos,; lora porque no quiere estar ahí, porque ansía tener más tiempo para ver de lejos al sol y hacerse a la idea de que tienen que estar separados para que el tiempo avance en el mundo. ¿Por qué tiene que bajar antes de tiempo? La tierra es una caprichosa y busca separar el efímero encuentro entre la luna y el sol;la tierra es una malvada y se mueve tanto y de tal forma que termina arrojando antes de tiempo a iluminar la oscuridad. La luna llora porque odia los eclipses.

Viaje a dos.

Él tan lluvia, 
tan volátil, 
tan fuego frío.

Ella tan hierba, 
tan tierra, 
tan luna oscura.

El día tan soledad, 
tan gris, 
tan sinceridad vacío.

¿Por qué terminamos cayendo? 
¿Por qué se vuelve sin saber?

Amar sin sentir, 
besar a manos frías, 
sonreír a caída perdida.

Él tan cortina, 
tan suave amargo, 
tan tiempo olvidado

Ella tan vacua, 
tan insensible, 
tan nada.

¿Por qué la sombra es un vaso mitad lleno? 
¿Por qué se recuerda olvidando?

Amar a ser extraño, 
amar ignorante, 
ayeres ciegos.

Él tan ritmo, 
tan armonía, 
tan imperfectamente equilibrado, 
tan simetría, 
tan oscuramente luminoso. 
tan silencio, 
tan cuerda libre.

Ella tan piel
tan agua
tan queda vibrante
tan desequilibrio
tan opuesta
tan llegada partida
tan ruido
tan prisión sin techo.

¿Por qué amarse a opuesto?
¿Por qué seguir huyendo de la mano?

Amar sin consciente
amar sin nada
darlo todo.

Amar ruptura
amar carnal
quedarse nada.

domingo, 19 de diciembre de 2010


Amor:

Ayer me dijiste en tu carta que sentías que ibas a desaparecer. No sé que pensar. ¿Qué siente desaparecer? ¿O ya no sientes nada? Cuando terminé de leer tu carta me puse a pensar en las diferentes formas en las que alguien o algo podrían desaparecer y no sé, quise compartírtelo.
            ¿Sabes que hay dos formas de desaparecer? Bueno, para que no suene tan drástico voy a llamarle muerte, porque es más creíble en personas vivas como tú y yo.
            La primer forma sería que en verdad muriéramos, es decir, que nuestros corazones le entregaran un último suspiro al viento y entonces se detuvieran en un momento fijo. De ahí, pasamos otra vez a ser parte de la tierra que alguna vez nos vio nacer y entonces, desaparecemos, desaparecemos porque ya nadie nos puede ver sonreír; desaparecemos porque ya nadie besa nuestros labios y desaparecemos porque ya nadie se acuesta en nuestro lecho y siente nuestro calor.
            La segunda forma, más que nada metafísica, es decir, más allá de este mundo físico, es cuando eres ignorado conciente o inconcientemente por los demás. Quizás ignorar no es tan tangible, pero también se manifiesta cuando te malinterpretan y te pierden el sentido hasta que te transforman en algo que no eres, eso también podría significar muerte, o como tu le dices, en sentirse desaparecer.
            Mucho me temo que este segundo caso, tan complicado para la mente y tan intangible, es la realidad de lo que te sucede.. ¿Quieres saber por qué? Amigo mío, es  porque hoy los demás creen que pueden medirte y tocarte. Ya no eres sueño, ya no eres utopía. ¿No ves? Estás en todos lados: en las marcas de productos y también en las marcas de esa mujer a la que le duelen los brazos, en los gritos de los padres y el llanto de los hijos.
            Es decir, que para algunos tienes precio, que para otros eres más bien un tormento y tienen que buscarte en los libros de autoayuda y entenderte como un sufrimiento necesario para ser mejores.
            Sí, como tú dices, estás aquí y allá, pero en realidad no puedes sentir que estás, porque estás lejos y cerca. No te sientes parte de una chamarra, de unos tenis, ni siquiera de un reloj barato y demás productos en regalos de cumpleaños. 
           Te entiendo, yo tampoco me sentiría viva si me tomaran parte de unos regalos de navidad que son compromiso, ni sentiría que respiro en cada tarjeta impersonal que dice “Te amo”. Me pongo en tus zapatos y te entiendo, si estuviera así, también sentiría que desaparezco.
Ahora entiendo tu situación, amigo amor. Hoy la gente paga por amar, y al mismo tiempo, cobramos por hacerlo, somos vendidos a la vida creyendo que con dinero, odio y cosas así, el amor existe.
            ¿Estás triste? Seguramente sí, pero no pienses en desaparecer por completo, no te atrevas a irte de mi lado, porque yo todavía pienso en ti, pienso en mí, pienso en nosotros.
            Perdona si son muy crudas mis palabras pero sabes que nunca me ha gustado engañarte, sin embargo, sé que al mismo tiempo yo me he engañado a mi misma creyendo que por escribirte desde tan lejos, puedo decir que te amo. Soy igual de vendible porque le encargo mis sentimientos a unas cuantas hojas de papel, a una tinta barata, a un sobre y a un par de estampillas, soy vendible porque le encargo la felicidad de saber de ti a una dirección que siempre cambia y que jamás sé si es donde tú estás.
            Mientras leía que desaparecías, no sentí nada, te iba a decir que dejaras de exagerar y mejor me contaras cómo era donde estabas. Después, cuando leí que querías una explicación a lo que estabas sintiendo y que querías una opinión de mi parte, supe que era mejor tratar de entender lo que te pasaba, y más allá de eso, entendí que yo en parte soy responsable de tu martirio. ¿Sabes? En las otras cartas a distintos destinatarios he tratado de expresar tantas cosas que hoy me parecen absurdas ¿Cómo sentir algo si no te tengo cerca?
Te escribo no sólo para darte mi opinión del por qué sientes que desapareces, sino también para decirte que sé que es en parte causa mía y que ahora que lo comprendo, no quiero que desaparezcas. Por eso, necesito decirte que te quiero, que te quiero volver a ver frente a frente, que te quiero sentir cerca. Necesito que me digas dónde estás y que me esperes porque voy a ir para allá apenas lea el remitente. Necesito que sepas que no dejo de pensar en ti y que no es suficiente.

Amor, te amo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Marchito



La luz tenue de un refractario gris
resuena en mi garganta, raspando con sabor amargo.
Y suena el murmullo del amanecer,
resuenan los sueños
vibran el destino intermitente
calla la sombra de un sollozo muerto

viernes, 10 de diciembre de 2010

Pozos en el cielo.

"Un agujero negro, según la ciencia actual, se debe a un proceso de implosión, ya que cuando la estrella agota su combustible, estalla; pero si su campo gravitatorio fuese lo suficientemente grande, éste superaría la explosión y comprimiría todo el material a un volumen cero y densidad infinita"

Un noche sin fecha, nos recostamos en un parque sin nombre. En la hierba fría, jugábamos a recordar los cien sabores más dulces del aire, los cien aromas más tibios del año, los besos más tiernos entre estrella y estrella...

-A ratos siento que olvido.

-Sí, yo también.

Cuando el silencio nos cobijó, te abracé y escondí mi nariz entre tu ropa; aspiré con tanta fuerza que mi olfato rezongó con miras a sangrar y mis pulmones se estremecieron por el exceso de oxígeno. Me encogí de dolor pero no te solté. Mi nariz siguió olisqueando tu ropa y comenzó a rozar espacios de tu piel. Tú te estremeciste y tu aroma se volvió más dulce.

Poco a poco, sentí como tus músculos comenzaban a descansar y tu brazo colgaba ya inerte sobre mi espalda. Dejaste de mirarme y cerraste los ojos, tan vertical, tan tibio.

Mi nariz seguía consumiéndote poco a poco. Mientras seguía rodeando tu perfume, mis manos encontraron la forma de ir materializando cada nota suave que recorría tu aire. Te acaricié. Las formas de tu piel y tu carne fueron cediendo poco a poco ante mi tacto, me atrajiste a ti y en una estampida de labios confusos, me robaste más de un suspiro del cuerpo. Me besaste. Ahora fueron tus manos las que se deslizaron por mi vientre, las que robaron mi blusa y dibujaron círculos en mi pecho. Me acerqué más a tu cuello, abrí las piernas, dejé que tu cintura dominara a mi cuerpo y sentí el peso de tu alma aligerando mis ideas, disparando mi corazón...

Nos consumimos. Yo bebí hasta la última gota del aroma embriagante de tu piel y tú y tu lengua se llevaron hasta mi último sabor, dejando mi piel insípida, seca, marchita pero con un fuerte aroma a ti. Cerré los ojos por primera vez y mi respiración agitada tembló en mis oídos,  el aire comenzaba otra vez a asfixiarme.

Desapareciste. Sabía que seguías ahí pero el peso del aire y tu aroma se cernían sobre mí con una fuerza demoledora. Dolía y quemaba. Mis ojos comenzaron a nublarse de luz y dejé de distinguir formas, solo sabía que tú seguías a mi lado, recostado, excitado, jadeando...

Estaba cansada de mí y al consumirme en ti, mi esencia se había diluido, había perdido mi corporiedad y ahora era presa fácil del viento, que se abalanzaba sobre mis recuerdos y dejaba a mi cuerpo inerte fundiéndose. Todavía lograba vislumbrar el cielo, pero puntos negros comenzaron a robarse las estrellas hasta que consumieron hasta mi última esperanza. Entonces ya no supe más de mí, solo distinguí un susurro a lo lejos y tus manos comenzaron a dibujarse.

Desperté.

-¿Estás bien?

Estaba recostada sobre la hierba fría, mirando tu rostro que se encontraba a corta distancia del mío, tus brazos encerraban mi cuerpo y la leve presión que ejercías comenzó a dilatar mis pupilas. Quería besarte pero me contuve.

-¿Qué pasó?

-El aire me asfixió. Por un instante me sentí parte del universo. Lo vi, lo olí, casi pude sentirlo.

-¿Ah sí? ¿Y a qué huele el universo?

-A ti.

Y seguí ardiendo, buscando volver a implotar.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

(III)

Pluma caída.


Mis lunas no siempre andan y pienso que es porque a veces camino demasiado. A veces camino tanto y por tantos lugares, que la vida pesa, pesa tanto como una molesta pluma que roza el oído. Viento, le dicen. Sí, caminar me molesta porque pesa como el viento en el oído.

Siempre digo que el viento trae recuerdos pero no lo digo porque éste me parezca nostálgico, sino porque es tan absolutamente insoportable, que casi puede llegar a tocar la sensación que tengo cuando pienso en todos mis errores, y sobre todo, cuando pienso que la mayoría de esos errores han sido en ese sentimiento llamado amor.

Estúpido viento, estúpido amor.

Muchas de la expresiones poéticas más hermosas que conozco, devienen de los instantes más absurdos o las cosas que me molestan en demasía. Si pudiera decir que algo me inspira, ésas serían cosas que no conozco, cosas que no existen, cosas que aún no me molestan y pueden mutar a algo más cuando su tiempo de musa se agota.

Sí, me gustan las cosas que no existen y bueno, de este mundo, quizás lo que más me gustan son las letras, porque al menos de ellas nunca tengo que entrar y volver a salir.

Creo que encontré un lugar incómodo para respirar en esto que coloquialmente le dicen poesía. Para mí, escribir no es para mí como un hobbie o un tipo de catarsis,  es más bien un modo de vida a través de símbolos, o más bien, sonidos que se convierten en letras y luego letras que aluden a algunas cosas que se perciben. Decirlo así suena bastante corto y escuálido, pero son bastantes concretos los términos. De ahí que odie la objetividad y la falta de divagación. Pretender un solo enfoque es mutilar esencias, pero parte de la vida se va en ello, en ir a algún lado. ¿Y porque cuando busco llegar a algo, me paso la vida andando y al único lugar que llego es a la muerte y a -quizás- un nuevo ciclo?

No sé, a veces creo que es una obligación estar de buen humor, de siempre sonreír, escribir y decir las cosas lindas que todos quieren oír, solo para tantear el camino a unos corazones que bien sabes nunca son tuyos y solo llegan a ti para revolcarse en tus letras tres segundos, sentirse mejor y después marcharse a coger con cuerpos reales. Vida, le dicen. Sí, la vida se llena de cosas que apenas alcanzas a rozar, de cosas con las que crees vivir toda la vida y al final nunca son tuyas.

¿Y yo? Pudriéndome en sentir, en ser humana; en rutas cotidianas que evito y obsesiones que terminan por encerrar mi mundo; ¿Y yo? Yo estoy en un planeta donde la mayoría de la gente vive con estupidez liviana y solo buscan un placer efímero tras tres dosis de dolor vano y banal. Yo vivo. Creo.

Eso, que tengo que vivir porque nadie me lo pide y ni siquiera yo misma lo deseo, que vivo porque en las letras hay algo que al menos no busca nada más que decir o callar, que vivo porque no hay que morir porque no es correcto decidirlo hasta cuando sepas que has vivido.

Cuando muera, no quiero epitafios, porque letras, grabadas en piedra o en recuerdo, nunca serán lo mismo que las letras que oigo en la voces finas de nadie, en voces escritas con tonos rubios y azules, en gritos quedos y espacios blancos de oquedades. Cuando muera no quiero recordar ni ser marcada por una combinación arbitraria de símbolos cuyo significado jamás podrá acercarse a la verdadera esencia de lo que fue mi vida, esencia de nada.

Oquedades y silencios, sombra y viento, azul y nadie, gritos de nada...

domingo, 5 de diciembre de 2010

Atrás.

¿Por qué el olvido nunca viene acompañado de nostalgia? Al menos así podría creer que una brisa, de cuando en cuando, lleva momentos a ti.

Las brisas, como hojas, llevan en sí toda la vida que alguna vez fue verde, o lo que alguna vez creímos.

Lo que creímos son cosas que alguna vez fueron sueños, sueños que un día quise escribir en un papel viejo con olor a tiempo.

Lo malo del tiempo es que cuando pasa, también grita cosas que no suceden, como que pienses en mí, como que me quieras y como que yo finja no saber.

El tiempo nos olvida y por nuestro lado, nosotros también nos olvidamos en él. Decimos "olvidar" para que las caricias ausentes no ardan. ¿En verdad dejan de doler?

Ardemos porque mezclamos tanto nuestros pensamientos que nos perdimos en ellos. Así, en ausencia, con caricias, también nos consumimos.

El olvido podría ser nostalgia, pero no lo es. Nostálgica yo, que sé que me olvidas y me resigno a recordarte  a ratos, ratos que también se desdibujan, por más que yo quiera atraparlos.

¿Por qué el olvido nunca viene acompañado de nostalgia? Al menos así podría creer que una brisa, de cuando en cuando, lleva momentos a ti.

Momentos de olvido, momentos que pasan, sueños que fueron y palabras que ya no puedes recordar sin mí. Un adiós largo cuyo eco sigue resonando entre gritos para volver a vivir.