viernes, 18 de marzo de 2011

Vivir

-¿Qué haces aquí?
-Tenía ganas de caminar
-¿No te lastima la luz del sol en tus párpados quemados?
-Muy poco, tener dolor constante siempre termina por acostumbrar los umbrales de percepción y reajustar las situaciones de dolor.
-¿No te pesan las llagas?
-Ya casi no, terminan por volverse livianas y cubrirse unas a otras.
-Sigo sin entenderlo ¿Tú? ¿Caminar? Tienes los pies deformados y con algunos dedos perdidos, otros casi gangrenados ¿No deberías estar arrastrándote?
-Mientras todavía pueda sostenerme, no veo porque mi cuerpo entero deba tocar el pavimento.
-Es increíble, aún así, con la piel verdosa, escamada, algunos cabellos por ahí y en general, tu aspecto decadente ¿No sientes pena por ti?
-Soy yo, si me tuviera lástima, la vida dejaría de tener sentido
-¿Lo tiene?
-Por ahora sí, por eso quiero caminar.
-¿Caminar le dará sentido a tu vida?
-No lo creo, caminar en sí es el sentido.
-Pero... ¿A dónde vas?
-¿A quién le importa? Tú lo has dicho, mi cuerpo descarnado ha dejado de tener valor en este mundo físico, son pocos los que me ven sin poder contener una mueca de asco y lástima. Sé que algunos desean que yo me muera, sin embargo, sigo aquí. Soy un despojo de mugre y sangre pero mis venas aún laten. Aún cuando mi cabello se ha caído a pedazos, lo que queda aún sirve para tejer sueños. Tendré la piel lacerada y los ojos medio ciegos, pero aún puedo sentir, aún tengo ganas de mirar. No veo porque he de morirme.
-No quiero verte sufrir más, eso es todo.
-¿Acaso me ves sufriendo? Hace tiempo que dejé de llorar, la sal se derrama ahora en algunas de mis heridas, las nuevas, las que más arden.
-Yo...
-No trates de entenderme, mucho menos fingir que sabes como me siento. No tienes ni idea y piensas que sufro sólo porque tú sufres al verme así. Ahora soy un reflejo de lo que alguna vez fueron las emociones que guardé. Yo mismo me hería una y otra vez en silencio, en soledad, en penumbras; fui tan miserable que la vida consideró necesario hacerme un ser patético. Toda y cada una de las muertes que ves en mí es todo lo que fui aún cuando en mi cara se podía definir un rostro.
-Pero...
-Creo que más bien deberías tener pena por ti, quizás tu alma está más podrida que mi cuerpo.