domingo, 28 de noviembre de 2010

Discretamente mi sombra besó la tuya.

Me acerqué sin pensarlo y cuando menos lo noté, nuestras oscuridades se unieron dentro de un aura de luz. Sin quererlo, nuestros inconscientes se buscaron en el asfalto.

Silenciosamente tu sombra acarició mi cuerpo.

Tu mano buscó acomodo por encima de mi ropa, quemando cada centímetro de mi piel y haciéndome perder el sentido de la noche en nuestra luz,

Te perdí, me encontré, nos vivimos.

Quedamente el recuerdo sólo se grabó en un instante.

Busqué retener esa ilusión e impregnarla en todas las calles de una ciudad vacía. Creí que con que el sol fijara nuestras figuras, sería suficiente para retenernos por siempre en uno y mil besos...

Hoy sé que hasta las sombras más fijas se desvanecen. 

Hoy sé que nuestras sombras sólo pudieron unirse en el instante en el que sentir era una cuestión de piedras. 

Hoy sé que ya no queda más luz que proyecte más allá de mi espera.

La espera en la que las sombras vuelvan a unir nuestros labios.