lunes, 7 de diciembre de 2009

magia...

Había una vez una pequeña princesa que solía ser muy feliz, siempre sonreía y su buen humor siempre hacía que los demás estuvieran contentos.

Un día, la pequeña niña comenzó a llorar y por más que sus súbditos, los reyes y el pueblo entero trataban de consolarla, ella seguía derramando gotitas saladas de sus pequeños ojos.

-¿Por qué lloras linda princesa?- le decían
-Quiero poder volar en el cielo, repetía una y otra vez la pequeña...-Quiero poder tocar la luna, ¡quiero la luna!

Muchos creían que pronto dejaría de llorar y lo hizo, se quedó sin lágrimas, la princesa seguía triste, y los años pasaron, su melancolía no se desvanecía. En el reino se sentía la menlancolía, y es que si ella estaba triste, todos en el reino sentían lo mismo, como si siempre hubiera existido una conexión entre ella y su gente.

Y así transcurrieron los años, la triste princesa se convirtió en una hermosa joven: bella y triste; sus hermosos ojos azules siempre estaban acompañados por una sombra de melancolía y al contrario de lo que piensen, esa sombra de tristeza no le restaba hermosura, por el contario, la hacía verse más bella

Uno de esos días la princesa desapareció. Nadie supo si la raptaron, se escapó, o ella sola decidió terminar con su sufirmiento.

Todos en el reino la echaban de menos, la buscaron días y días sin poder encontarla

Y transcurrió un año....

-¡La princesa ha aparecido! se vociferaba en el pueblo -Nuestra princesa ha vuelto.

  Yno era mentira...la princesa perdida por fin regresaba a su tierra

  Pero la princesa no era la misma: aquella sombra de tristeza había desaparecido, sus bellos ojos azules irradiaban alegría, paz....felicidad. Todos en el pueblo pudieron notar su cambio, incluso sus padres se dieron cuenta.

-Hijita, ¿Qué ha sucedido contigo? ¿Dónde fuiste?

-Fui a buscar la manera de llegar a la luna

-Pero princesa, eso es imposible

-Padre, madre, en este mundo nada es imposible

-¿Pudiste llegar al cielo?

-No solo pude llegar al cielo, pude tocar la luna y cada una de las más brillantes estrellas

-No, no puede ser verdad

-En cuanto tu lo creas, es verdad

-Hija, debemos saber como fue que lograste tan semejante hazaña.

-Fácil, solo encontré el amor

domingo, 6 de diciembre de 2009

Encuentro


Hoy es un día como cualquiera. Espero tu llegada, nuestro encuentro…como cada día, como siempre; al fin y al cabo, soy tu mejor amiga ¿no?, no es tan raro que espere tu llegada a la calle en donde se supone que debemos toparnos por casualidad ¿o si? Odio esperar tanto tiempo a que pases ¿Qué se le va a hacer? si no lo hago yo, sé bien que nunca lo harías. Pero no es porque no quieras ¿verdad? es simplemente porque siempre estás muy ocupado y por eso no puedes ir a verme, no puedes buscarme, no me hablas por teléfono y no contestas mis mensajes. Pero no es tu culpa, maldito mundo que te aprisiona y te quiere separar de mí.

Por fin…puedo ver tu silueta, inconfundible ante mis ojos, avanzando lentamente a donde se supone que deberíamos encontrarnos ¡Qué felicidad! No puedo describir lo bien que me hace sentir verte de nuevo, no siempre puedo esperarte tanto, pero los días que lo hago, es como acercarme un poco más al sol en los días de frío, tan cálido, hermoso y brillante ¡Así eres tu!

Tu mirada está fija en el pavimento, ¿Por qué caminas tan despacio? Pareces deprimido, triste ¡Para ya! Me duele el corazón con solo verte así ¿Dónde está tu alegría y picardía de siempre? ¿Quién es ése extraño que camina con tu forma? Levantas la mirada lentamente, oyes mi voz llamándote, pero la forma en que me miras es tan triste, tan desesperada, y a la vez, aliviada ¿Por qué? Tú no eres así.

Por fin llegas hasta mí, me saludas como si nada, pero eso no me sorprende mucho; nunca me has prestado demasiada atención, y aunque al principio me sentía triste por ese hecho, luego descubrí que era porque no querías demostrar lo mucho que me quieres y lo importante que soy para ti, así son los chicos.

-¿Cómo estás Marco? Te pregunto con alegría. Al parecer, algunas cosas no han cambiado. De cerca, estando a mi lado ya no pareces tan triste. Tú no me contestas pero no insisto, puede ser que te molestes y te vayas. No quiero…no soportaría perderte.

Entonces me miras, de una forma tan intensa que cada uno de los nervios de mi cuerpo cobra vida, un calor diferente se apodera de mi ser, algo que sólo tú puedes hacer, tú, mi amor, mi vida, mi destino.

-¿Quieres saber porqué estoy así? ¿En verdad quieres saberlo? La sorna en tu pregunta suena desanimada, ya no es el mismo tono que utilizas cuando quieres molestarme para alejarme de ti. Eso es raro ¿Habrá cambiado algo lo que sientes por mí?

-Ccla-ro que si- Mi voz tiembla ante tu mirada que parece querer castigarme –¿Soy tu amiga no?- Pensé que lo negarías como lo haces a veces cuando está de malas, pero no me contestas, sólo sigues mirándome, y eso era aún más doloroso.

-Pues quizás sea algo que te interese ¿Sabes? Ella me dejó. Pero eso tú ya lo sabías ¿no? Me dijo que había hablado contigo, así que estoy seguro que fuiste tú.

-Yo no…

-¡Cállate y deja de mentirme!- El reclamo sale de tu boca, ¿Por qué me hablas así? Yo no he hecho nada malo.

-Es que no te estoy mintiendo, yo no le dije que te dejara…

-¡Cállate estúpida! ¡No quiero oírte!- Tus palabras, como cuchillos afilados se van enterrando en mi corazón, en mi pecho, me cuesta respirar y quiero huir de ahí.

-¿Fuiste tú no es cierto? Tú, ¡siempre eres tú! –Ahora tus gritos empiezan a llamar la atención de las personas, que se alejan rápidamente de nosotros. Yo no quiero escucharte, pero no puedo dejarte cuando estás así. Voy a dejar que te desquites conmigo y te tranquilices; no escucharé, taparé mis oídos y dejaré que digas todas esas blasfemias, todas ésas mentiras.

-¡Te había dicho que dejaras de hacer eso, de insultar a mis novias y decirles que se alejaran de mí! Tus manos tratan de tirar de las mías que están aferradas a mis oídos, pero tus gritos son tan fuertes y poderosos que simplemente no puedo dejarte de escuchar lo que dices.

-¡Ellas sólo eran unas fáciles que querían jugar contigo y yo no quería que te lastimaran!- grito con todas mis fuerzas, y las lágrimas salen ahora sin control, deslizándose por mi rostro. Tú pareces no notar nada, sé que estás enojado, pero ¿Cómo puedes ser tan desalmado? Otras veces, cuando lloraba, el coraje se te pasaba rápido y me consolabas y me decías que no estuviera triste. Ahora sólo me miras con odio ¿Acaso tanto la querías? ¿Ella es más importante que yo?

-¿No te dije que dejaras de hacerlo? Sabía que venía lo peor, que lo dirías a pesar de tanto tiempo, tapo mis oídos con aún más fuerzas y cierro los ojos. Tus intentos de hacerme escuchar me han arrojado al suelo y me duele mi rodilla, siento que me raspé,  ignoro el dolor y me pongo de rodillas, cierro los ojos con fuerza, preparándome para lo que sigue.

-¡¿No te dije que te alejaras de mí y te largaras de mi vida?! ¿No te dije que no eras nada para mí? ¿No te dije que no te quería?

-No puedo evitarlo, perdóname, no digas eso, por favor, no…no lo digas… ¡NO DIGAS ESO!- Las lágrimas, los sollozos, el dolor…por fin salen de mi sistema. Es tan doloroso pero no puedo evitarlo. Tu última frase, ésa que nunca habías vuelto a decir desde aquélla primera vez que te enojaste conmigo…Esas palabras sonaron en su boca con tanta decisión, con tanto rencor, que han abierto una profunda herida en mi alma.

Volteo a verte pero sólo miras hacia otro lado, tan enojado. La ira que desprendes es cruel ¿Por qué no me miras? Me levanto y tomó tu mano, pero me alejas de un manotazo

-¿Por qué me tratas así?, yo no hice nada. Desde ésa vez que me dijiste que dejara de hacerlo no he vuelto a decirlo. Tenía que decirlo, tenía que decirle la verdad –Es cierto que hablé con ella, pero no fue para decirle que te dejara….Trago con fuerza y el llanto cesa de repente, no quiero decirlo, pero tengo que decirlo –Fue para…

Ahora me miras, interesado, pero no quitas esa expresión fría y a la vez triste de tu rostro – ¿Fue para qué?-
-Fue para…. ¡PARA DECIRLE QUE SI SE ALEJABA DE TI SE ARREPENTIRÍA! Lo último lo grité con tanta fuerza que tu mismo te sorprendiste, me miraste y pude ver lo importante que era para ti ésa respuesta, te quedaste así, mirándome, como ido. Al menos ya no estabas enojado.

-¿Eso fue lo que le dijiste?

-Sí

Te quedas mirándome aún más, pero de forma diferente. Pareces haber entendido algo, pero ¿Qué es? De repente, cambia tu mirada y sonríes, eso me alegra pero ésa sonrisa es algo temible. Comienzas a reírte y después la risa para de repente, y vuelves a mirarme así, con crueldad.

-Pues ya vez que no funcionó. Mejor hubiera sido que te callaras. Ahora tu rostro se esconde entre tus manos, y suspiras con fuerza. Te ves tan indefenso.

-Tranquilo, yo estoy aquí. Siempre estaré aquí, sabes que te quiero. Me acerco a ti y te abrazo con fuerza, tú rodeas mi cintura con tus brazos y recargas tu rostro en mi pecho, luego en mi hombro. Eres tan hermoso cuando estás así, se bien que sólo yo puedo hacerte sentirte mejor.

-Vámonos a casa Me dices después de un rato de estar así, abrazados, pero yo tengo miedo de separarme de ti y que te conviertas en ése monstruo que dice cosas horribles, así que te abrazo con fuerza, obligándote a quedarte conmigo, así, por siempre. Con una risa espontánea y cristalina te deshaces de mi abrazo y me miras con ternura…

-Ya no estoy enojado contigo Cris…- Vamos a casa

Me has llamado Cris, con tanto cariño, con tanta ternura. Seguro ya me perdonaste, ya no hay nada que temer. Tomas mi mano y cargas mi mochila de la escuela mientras yo limpio un poco mis ojos y trato de parecer más presentable para cuando llegue a mi casa. Mi madre llegará hasta más tarde así que aún tenía tiempo de tomar una ducha y pretender que nada ha pasado.

Caminamos en silencio, tu mano es tan cálida, tan dulce…

-Tienes una mano muy suave, ¿Lo sabías?.. Nunca antes me habías dicho algo tan dulce. Mi corazón se agita y el color no puede evitar subir a mis mejillas. Volteo hacia otro lado para que tú no lo notes

–Ssí, ya lo sabía. Contesto con fingida indiferencia.

–Eres adorable.

Continuamos caminando y no sueltas mi mano. Pasamos por el aquél parque donde solíamos jugar cuando éramos niños y un viento frío sopla cerca de nosotros, me estremezco un poco, y tu sueltas mi mano, puedo sentir el vacío, y te miro asustada, pero vuelves a sonreír y me rodeas con tu brazo, brindándome calor, me sonrojo aún más pero recargo mi cabeza en tu pecho. Seguimos caminando a casa, pero siento que caminara entre las nubes, camino al cielo…

Antes de llegar a tu casa, te vas separando de mí y siento pánico ¿Cómo dejarte ir ahora que al parecer por fin eres mío? Tengo que buscar una forma de retenerte un poco más, porque si te dejo ahora, quizás mañana despierte de éste sueño y todo sea igual. Quizás mañana, tú ya no me quieras. Algo tengo que hacer.

-Auch, me duele la rodilla. Digo sin pensar. Eso no es mentira. No me había dado cuenta pero en cuanto la realidad vino a mí, cuando te alejaste sólo un poco, el dolor y el cansancio de nuestra pelea llegaron a mí de golpe.


-Déjame ver- Paras tu caminata y dejas nuestras mochilas en el suelo, te inclinas ante mí y observas mi rodilla con ojo clínico. Mi corazón se estremece cuando tus manos se acercan a mi pierna, examinando más de cerca ¿Tienes alguna idea de lo que me haces sentir?

-¿Te duele mucho? Volteas a verme de forma preocupada, pero yo estoy tan concentrada en que tú me estabas tocando que tu pregunta me saca de la realidad.

-Este…no mucho, un poquito nada más…

-Mmm...…te hiciste un buen raspón y hay que limpiar la herida antes de que se infecte…

-¿Se infecte?- Mi voz suena alarmada y ahora tengo un poco de miedo, pero tu sonríes ante mi reacción

-No te preocupes, vamos a mi casa, si quieres yo te curo…

¡Sí! Ésa era mi oportunidad, Tú mismo habías dado una excusa para no alejarnos ¿Cómo iba a anegarme? Asentí con la cabeza. Tomas nuestras cosas y vuelves a agarrar mi mano. Ahora nos dirigimos a tu casa un poco más rápido, pareces tener prisa, seguro estás más preocupado que yo por mi herida… ¡Soy tan feliz!

Cuando llegamos a tu casa, abres con facilidad, botas la llave por ahí y dejas las cosas en los sillones de la sala. Tu casa no ha cambiado desde la última vez que vine, hace ya tantos años, me siento en el sillón donde siempre solía sentarme y se siente tan bien. Al parecer, todo entre nosotros vuelve a ser como era antes. Tu revoloteas por los cuartos buscando algo, y después, vuelves hacia mí, mirándome un poco preocupado.

-No encuentro el botiquín, creo que está en el cuarto de mi papá, voy a buscarlo en el segundo piso ¿Me esperas?

¿Por qué te quieres alejar de mí? Ahora, si te dejo de mirar, desaparecerás de aquí como una hermosa ilusión y volveré a estar sola

-No, no me dejes- digo en voz baja

-¿Eh?

-Nada, quiero decir…este…te acompaño

-Bueno, si quieres. Me miras levantarme con la cabeza baja, me alzas el rostro con tu mano apoyada en mi barbilla, y me analizas de cerca, nuestros labios están a tan corta distancia que puedo percibir la suavidad de los tuyos con una poderosa atracción, pero tú no pareces darte cuenta, me miras preocupado

-¿Te duele mucho? ¿Por eso estás así?

-No, estoy bien

-Bueno, entonces…- Sueltas mis rostro suavemente y comienzas a caminar –Vamos

Subimos las esclareas con rapidez y comenzamos a buscar por los pocos cuartos que hay en el segundo piso. Se supone que estoy buscando, pero mi mirada se pierde en una puerta al final del pasillo, la puerta de tu habitación. Camino automáticamente y abro la puerta. No es exactamente como recordaba que era hace muchos años, parece más…madura: ya no hay juguetes, en las paredes ahora hay pósters de varias bandas de rock; ya no hay una televisión pequeña, si no una más grande en el centro, en compañía de un stereo, pegado en una de las cuatro paredes hay un mueble con montones y montones de CDs; hay un escritorio, un armario; todo parece tan…ordenado. Recuerdo los desastres de los que siempre se quejaba tu mamá y los regaños que ganabas de tu padre cuando ella te acusaba, los días que tenía que venir a ayudarte a arreglar para que te dejaran salir a jugar conmigo. Que tiempos aquellos, pero ahora todo parecía…tan diferente.

Entonces veo la gran ventana que hay justo arriba de cama. Es lo único que parece no haber cambiado: tan grande como la recuerdo. Abrirla sería llenar el ambiente de todos aquellos recuerdos. Así que la abro y contemplo fascinada el atardecer que se dibujaba en el cielo. Aquello no había cambiado, era igual como lo recordaba cuando lo veía a tu lado, y lo bien que me sentía cuando sabía que tú también gustabas de verlo conmigo, era tan feliz…

No me doy cuenta al principio, pero después siento tu presencia detrás de mí y volteo. Estás recargado en el umbral de la puerta abierta con el botiquín en las manos y una sonrisa; una sonrisa como aquellas que recordaba desde hace tanto, esa sonrisa que no era fingida, que no era de fastidio; era ésa que no veía desde que murió tu mamá, una propia y auténtica sonrisa. Y era para mí, sólo para mí… Me miras con ésa sonrisa dibujada en tu rostro. No puedo dejar de mirarte fascinada y sonreír con felicidad.

-Es hermoso ¿verdad? Me dices con ternura ¿Es como lo recuerdas?

-Casi, ahora que puedo verlo de nuevo es aún más hermoso…

-¿Sabes? Dejé de verlo cuando nos dejamos por un tiempo…Sabía que no podía ver el atardecer sin ti

Recordar ése pasado doloroso en el que después de la muerte de tu madre te fuiste a vivir con tus tías por unos meses, y después regresaste completamente cambiado y no me hablabas, cuando comenzaste a salir con montones de chicas y a ir a fiestas a embriagarte, ahora no era doloroso. Pareces el mismo de siempre, el mismo que nunca  he dejado de querer.

-Gracias, yo tampoco podía ver el atardecer de la misma forma, era como tratar de olvidarte.

Me acerco a ti, y las palabras salen de mi boca sin pensarlo. Pero es tan vergonzoso que no pude evitar sonrojarme y desviar la mirada. Tú, por el contrario, arrojas el botiquín a tu cama y me abrazas con fuerza. Mi corazón late con tanta energía. Me siento tan contenta, tan llena de paz. Por fin estoy contigo, de nuevo. ..

Después de un rato de estar así, nos separamos poco a poco, avanzo a la cama y me siento como si nada, tú abres el botiquín y sin dejar de mirarme con una sonrisa, desinfectas la herida. Al ver mi raspón descubro que no es tan grande como imaginaba; pones un pequeño curita y así casi no se nota. Te sientas a mi lado, recargo mi cabeza en tu hombro y observamos el cielo a través de tu ventana, es tan hermoso. No hablamos, simplemente conservamos esa paz…

Entonces, empiezo a pensar ¿Por qué ahora estamos así? Hace unos momentos me habías dicho que no me querías, hace unas horas pensé que amabas a ésa chica más que a otra en el mundo, más que a mí. Ahora estamos así, pero es simplemente porque yo te dije que estaba contigo, que no importaba que ella te hubiera dejado, que te quería, Mañana quizás te sentirías mejor y me dejarías otra vez. Puedo sentir que el silencio ahora te la recuerda, que aún la quieres, que te duele haberla perdido aún cuando yo no haya tenido la culpa, puedo sentir que aún la quieres, que ella es más importante que yo… no puedo dejar que eso pase, ahora no…

Quiero ser totalmente sincera contigo, decirte lo que realmente siento por ti. ¿Por qué es tan difícil?

Tomo valor y respiro hondo, pero ver tus ojos tristes me desarma. Pierdo el control de mi misma ante esa tristeza que escondes bajo la fingida fachada de una sonrisa, sé que la oscuridad ahora disfrazada de luz y calidez no es más que otra forma de interpretar que no hay nada entre nosotros dos. Que los demás vean algo llenando el espacio tan estrecho entre nuestros cuerpos, no hace más que gritarme a la cara que nuestras almas cada vez se encuentran más lejos de unirse.

La fusión, al parecer inminente, se limita a mi desesperado intento de abrazarte con fuerza, cortando cualquier tipo de respiración de tu pecho, para que la brisa suave de tu aliento no me empuje con fuerza aun más lejos de ti.

-¿Qué te pasa, Cristal, estás bien? Oigo tu voz ahogada entre mi pelo castaño. Aunque no quiero, te deshaces de mi abrazo y te alejas un poco de mí, mirándome extrañado, Necesito hacer algo antes de que te alejes otra vez de, me acerco con rapidez hacia a ti y entonces, beso tus labios…

Beso tus labios con fuerza, con pasión, con locura. Tus manos tratan de apartarme pero puedo sentir que tu naturaleza de hombre está ahora a mi favor. Tus manos, antes temblorosas, ahora recorren seguras mi espalda, hasta llegar a mi cintura, donde tus brazos me aprisionan y me acercan con rapidez hacia ti. Beso tu pelo, tus ojos, acaricias mi cuello con tus labios, el aroma de tu cuerpo es tan exquisito…

Estoy harta de tantas mentiras, la naturaleza de nuestro ser que antes solíamos descubrir con alegría y sin pudor, hoy se ve encubierta por palabras sin sentido, y aquellos pensamientos que se quedan en nuestra mente, torturándonos mutuamente con el silencio...

¿Debo dejarte ir? ¿Tengo que decirte lo que verdaderamente siento por ti y rogar por que te quedes a mi lado?

Estoy acostada en esta cama de dosel, sintiendo las sabanas finas. Admiro tu silueta suavemente cubierta por el espacio vacío de la habitación, y me desarmo ante tu mirada intensa que taladra mis ojos con la intención de ver mi alma.

¿Puedes ver lo puro que aun queda de mi corazón después de amarte en secreto, consumiéndome a mismas y mordiendo mi lengua que quiere ayudarme a gritar que te amo? He estado tan acostumbrada a vivir con el nudo de mis sentimientos en el pecho que esta noche me desahogaré con lo poco que piensas darme de ti ¿Por lástima? ¿Por autocompasión? ¿Por tratar de olvidar que tu mismo estas tan solo como yo y que aun teniéndome a tu lado prefieres andar el camino conmigo pero mirando hacia otro lado?

Esta noche pienso dejar atrás esos pensamientos y engañarme con la idea de que me quieras de verdad. Beberé de tus labios la esencia de otras que han vivido en ti, acariciaré con mis manos cada parte de tu cuerpo que tantas veces fue azotada por las llamas de otros amores, fingiré ser la única, pretenderé que no importa que no pienses en mi ni un segundo, que no busques amarme si no amarte a ti mismo a través de mi cuerpo, a través de mi desesperado intento de tenerte, por siempre.

La ropa que cubre tu cuerpo desaparece lentamente al compás de tus dedos deslizándose suave e impetuosamente por mi piel, estremeciendo cada parte que arde en deseos por ser tuya y poseerte hasta el amanecer.

No puedo dejarte, trataré de olvidar un pasado de amistad que se convirtió en amor; un pasado de amor rencor y esperanza; un pasado que con ojos que aguantaban un mar de lagrimas te veían partir con ella y después con otra, sabiendo del amor que darías y que no seria jamás mío…palabras, caricias y pasión que de mi no serían jamás

Probar de ti…esta noche soy de ti como lo fui de otros, intentando buscarte en otro cuerpo, en otra cara, en otros labios;

Esta noche no importa nada más que el hecho de que tu cuerpo ya desnudo está aún más cerca del mío. Tus labios demuestran una respiración acelerada buscando sin parar con un instinto salvaje, la paz en mis labios que tan ansiosos de ti no te rechazan.  Conoces cada parte de mi cuerpo y se que podré intentar buscarte quien eres realmente a través de esas caricias que queman mi piel, tu alma latiendo con fuerza mientras tu bajas suavemente la guardia.
Tu cuerpo vibra y se estremece junto al mío y mis acelerados latidos me hacen sentir que el corazón va a salírseme del pecho…

Es algo tan fuerte y poderoso.

Un dolor desconocido se apodera de mi, siento mi corazón resquebrajarse poco a poco mientras me marchito debajo de ti. Las lágrimas corren por mis ojos deslizándose por mis mejillas, nublando de mi vista tu hermoso rostro que siempre he amado, desde el primer momento en que te vi.; ese rostro que siempre me pareció hermoso y que ahora solo me parecen las delicadas facciones de un verdadero demonio disfrazado de ángel, quien dulcemente me hunde poco a poco de fondo hacia el infierno,

Afuera, la lluvia intensa golpeando las ventanas de la habitación, ¿las nubes están acaso llorando conmigo? No, están haciendo mas claro mi error…

Quería tenerte, ansiaba tanto que fueras solo para mí que me dejé llevar por la fantasía.
Con los pies flotando arriba del suelo, trataba de engañar el destino que me repetía una y otra vez que no eras para mí y que jamás llegarías a amarme.

Tus dedos tan cálidos y ahora mortales, limpian cariñosamente mis ojos, pero unas dolorosas punzadas atraviesan mi corazón. Volverte a mirar claramente vuelve mi mente a la realidad y deja atrás ese mágico sueno que fue ser tuya: con tus manos aferradas a mi cintura y las mías aferradas a tu espaldas; tu cuerpo entre mis piernas, tu suave figura, tus caricias, tus labios, tu cabello, tu aroma…. todo queda atrás.

Sé que es real lo que pasó. Sé que eres tangible mientras te miro durmiendo tiernamente a mi lado, pero me doy cuenta que fue lo que en realidad paso en este cuarto lleno de bellos recuerdos de la infancia no fue más que una mentira. Llego a la conclusión de que haberte tenido así no era lo que yo quería y que haberte entregado todo de mí no hizo más que sellar cualquier sentimiento que pudieras tener por mí. ¿Acercarme a ti así solo fue empujarte aun más lejos de mí?

Quisiera ser totalmente sincera contigo, decirte lo que realmente siento por ti. Tomo valor y respiro hondo, pero ya no hay nada mas que hacer.

Me alejaré de ti, para siempre.

Me alejaré ahora que pude por un momento ayudarte en tu miseria y no ser una mera observadora de tus penas; esta noche, que aún no termina, me iré para siempre de tu lado y no mirare atrás.

Ahora que te veo tan indefenso tendido sobre la cama donde te ame con fuerza por primera y ultima vez. Ahora, en este preciso momento, me marcharé para siempre y el ultimo recuerdo que tendrás de mi será el de una chica mas, sin rostro, sin emociones; una chica mas que fue tuya y el efímero sentimiento de que algo se rompió en esa cama, que algo especial dejo de existir mientras te saciabas en ella y llenabas ese hoyo negro de tu existencia consumiéndola suavemente y llenando su alma de un dulce y doloroso veneno que suavemente la mataba junto con tu ferviente deseo de alcanzar tu verdadero y autentico yo en el éxtasis que podría darte.
Sólo seré ese recuerdo común acompañado del “te quiero” que no puede evitar susurrar a tu oído antes de cerrar la puerta de esa habitación, y con ella cerrar la puerta de mi pecho, ahora sin alma, cuya existencia aún reside en tu cuerpo, de mi corazón durmiendo a tu lado, hasta que tu dejes de existir en este mundo; porque aunque deje de existir, mi corazón y mi alma, mi cuerpo en esencia y todo lo que tengo seguirán contigo, por siempre, a partir de esta noche...y para siempre…

Cierro esa puerta sí, me obligo a olvidarte…

No me doy cuenta que estás despierto, que notaste toda y cada una de mis emociones.  No siento tu necesidad de besarme aún más, no puedo saber que querías decirme cuanto me amabas desde siempre. Sin conocer tus verdaderos sentimientos, dejo atrapado contigo a ése corazón tuyo que se rompe sin ser escuchado. Salgo con cuidado y cierro la puerta, para siempre….